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Los científicos están descifrando las características de estos alimentos que perjudican nuestra salud, y proponiendo formas de avanzar en el tema.

Los insectos sociales y los humanos comparten el rasgo de repartirse las tareas, al igual que algunos peces. Investigadores han descubierto que esto surge de forma natural y que, a menudo, no hace falta un jefe para mantener el orden.

Investigadores utilizan restos históricos como cornamentas, conchas, dientes y polen para saber cómo funcionaban antes las comunidades naturales. Las pistas sirven de guía para la restauración.

Los bosques que alguna vez se consideraron resilientes están sufriendo una muerte sorprendente. Para predecir el destino de los bosques del mundo frente al cambio climático, los investigadores necesitan comprender cómo mueren los árboles.

Los polinizadores autóctonos son clave tanto para la ecología como para la agricultura, pero aún no han recibido su merecido reconocimiento.

En el laboratorio, los gases ultrafríos podrían ayudar a los científicos a comprender mejor el universo.

Su anatomía genital, musculatura y agresividad han convertido a estas hembras en un modelo para estudiar el fenómeno de masculinización femenina —y demostrar que, a veces, no resulta sencillo discernir entre machos y hembras—.

Condiciones genéticas como el síndrome de Dravet, que causa epilepsia infantil grave, son difíciles de tratar con la terapia génica tradicional. Los nuevos enfoques incluyen el uso de terapia antisentido para impulsar el empalme del ARNm.

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Investigadores están desarrollando interfaces cerebro-computadora que permitirían a personas con síndrome de enclaustramiento —y otras afecciones que les impiden hablar— comunicarse.

¿Hasta qué punto debe preocuparnos el declive de los insectos? La ciencia comunitaria es vital para recabar información sobre los artrópodos.