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Más allá de la anécdota, la tecnología holográfica vive un momento dulce. Aplicaciones para la salud prometen simplificar el diagnóstico médico con dispositivos no mayores que la yema de un pulgar. En el mundo de la informática, estas esculturas de luz pueden llegar a multiplicar en un lustro la cantidad de memoria disponible en los ordenadores.

Las relaciones entre Cuba y Florida también son complicadas en el reino animal. Una especie de lagartos originarios de la isla caribeña ha invadido las costas de Florida. Los invasores han desplazado a la especie local hasta las copas de los árboles. Y un estudio demuestra, además, que la invasión ha provocado cambios en la morfología de los invadidos.

Los restos de un ‘Homo sapiens’ que vivió en Siberia hace 45.000 años permiten concretar que ambos homínidos tuvieron hijos hace unos 55.000 años

Cabe poca duda de que la crisis del ébola es “la más grave emergencia aguda de salud pública de los tiempos modernos”, como ha señalado la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan. Pero el ébola no es el único virus emergente sobre el que las autoridades sanitarias mundiales tienen puesta la lupa.

Con una lámina de 5×10 micras (una micra es la millonésima parte de un metro), investigadores de Estados Unidos, aunque de origen chino, han creado el generador eléctrico más fino del mundo. Tanto, que su altura es la de la matriz de átomos de la que está formado. Invisible para el ojo humano, el dispositivo genera electricidad al doblarlo y desdoblarlo en un fenómeno conocido como piezoelectricidad.

Un equipo de IrsiCaixa dirigido por el investigador Christian Brandler ha encontrado una respuesta inmune que parece específica de las personas que, pese a exponerse con frecuencia al VIH, se mantienen inmunes ante él. Estos individuos, denominados de alta exposición pero seronegativos (que dan negativo a la prueba para buscar el virus en sangre), son uno de los misterios no desvelados de la infección por el VIH. Igual que los no progresores (que se infectan pero el virus nunca consigue deteriorar sus defensas como para causar sida), ellos tienen unas características especiales que los hace especial objeto de estudio para entender cómo protegerse del virus. El trabajo lo ha publicado Journal of Infectious Diseases.

Nuestro universo, con lo inmenso que es, con centenares de miles de millones de galaxias visibles y tantos millones de estrellas en cada una de ellas, puede que no sea el único que exista. Tal vez hay otros universos, distintos del que conocemos, y alguno parecido… ¿Sería posible visitarlos? ¿Echarles un vistazo? ¿Comprobar siquiera si efectivamente están por ahí como burbujas aisladas… a no ser que entren algunas en colisión? Medio centenar de expertos estadounidenses, europeos y españoles se han reunido esta semana en un encuentro científico de alto nivel celebrado en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) para discutir precisamente los multiversos y las teorías en las que emerge su existencia.

Gran parte de la capacidad del VIH para escapar al sistema inmunitario y a los intentos para desarrollar vacunas están en el carácter cambiante de su cubierta. Por eso, la descripción —y obtención de imágenes— que sufre el virus justo antes de infectar a una célula se considera un paso clave para derrotarlo. Este trabajo, realizado por un equipo multicéntrico dirigido por científicos de la Universidad de Yale, ha sido publicado simultáneamente en Nature yScience.

¿Qué tuvo Europa de especial? Es la pregunta que llevan un siglo haciéndose los estudiosos de la evolución humana, desconcertados por la temprana aparición en las cuevas europeas –hace 35.000 o 40.000 años— de un arte tan sinóptico, elegante y luminoso que revelaba por sí mismo la evolución de una mente humana moderna, la llegada al mundo de nuestra especie. ¿Qué tuvo Europa de especial? Hoy tenemos la respuesta: nada. Porque los humanos de aquella época estaban pintando en las cuevas de Indonesia un arte en todo comparable al europeo. Y al mismo tiempo, si no antes.

Las buenas notas de un chaval de 16 años dependen de un complejo cóctel de factores genéticos y ambientales del que la ciencia aún tardará (si es que lo consigue) conocer sus ingredientes. Sin embargo, con la ayuda de miles de gemelos y mellizos, investigadores británicos creen poder explicar el peso de los genes en la inteligencia y otras características que diferencian a los buenos de los malos estudiantes.